Por: Sausan Burshan

Nosotros (educadores, padres y ciudadanos) frecuentemente decimos que nuestra práctica educativa se centra en el niño. ¿Qué queremos decir con esto? Poner al niño en el centro parece ser un concepto concreto, pero en la práctica es muy abstracto y bastante problemático porque depende de lo que entendemos acerca de cómo es un niño.

Cada uno de nosotros tenemos una expectativa cuando vemos al niño. Esto es también por cada núcleo social: familia, escuela, ciudad y país. La imagen del niño está íntimamente ligada a las propuestas educativas que elegimos como padres y construimos como sociedad. Por lo tanto, debemos hacernos algunas preguntas básicas que nos inviten a reflexionar: ¿Quién es el niño? ¿Cómo aprenden los niños? ¿Cuál es la misión de la institución educativa?

Hay muchas y posibles imágenes del niño. Comencemos con el análisis de tres imágenes predominantes, seguida por la introducción de una imagen alternativa:

El niño como un envase vacío

En esta imagen, el niño es entendido como una persona sin competencias o conocimientos, que esta iniciando el proceso de convertirse en adulto o alguien productivo, a través de la reproducción de conocimientos, identidad y cultura. Como padres con esta imagen escogemos escuelas que nos ofrecen llenar a los niños de más materias, más idiomas, más deportes y en las tardes los llevamos a clases extraescolares para complementar este currículo esperando que en el futuro esto garantice que sea un adulto productivo.

El niño como un pizarrón blanco

La imagen del niño como un ser inocente y puro que vive su proceso de convertirse en adulto, siempre a través de la reproducción de conocimientos, identidad y cultura, en un ambiente con amenazas constantes del mundo corrupto que lo circunda. Como padres con esta imagen escogemos escuelas que ofrecen exponer a los niños únicamente a información, experiencias y sobre todo compañeros que no van a poner “manchas maléficas” en su historia.

El niño como producto industrial

La tercera imagen dominante produce una comprensión del niño como un ser con propiedades universales cuyo desarrollo se ve como un proceso innato, determinado biológicamente y que sigue las reglas generales. Como padres con esta imagen buscamos escuelas que nos ofrecen herramientas validadas y estandarizadas para garantizar que nuestros niños están superando los pasos: caminar, quitar el pañal, leer, etc… en tiempo y forma esperados.

Las versiones del niño consideradas hasta ahora tienen en común que son imágenes en las que la naturaleza humana inherente y predeterminada del niño se revela a través de procesos de desarrollo y madurez. Personifican una comprensión del niño como un sujeto aislado y fijo que se puede ver y puede ser tratado por separado de las relaciones y del contexto. Estas construcciones también tienen algo más en común, presentan una imagen del niño como un ser débil, pasivo, incapaz, dependiente y aislado. Los niños son vistos como cargas en la sociedad dadas sus necesidades de cuidado, protección y enseñanza para poder convertirse en seres productivos.

Imágenes nuevas, de un niño muy diferente, han estado surgiendo como resultado de perspectivas socio constructivistas dentro de la filosofía, sociología y psicología. También, por el trabajo de investigadores y distintos proyectos, incluyendo las experiencias de las escuelas municipales de Reggio Emilia, Italia.

El niño como una red interactiva  

Esta imagen ve al niño como un ser extraordinario, complejo e individual que existe a través de sus relaciones con los otros y siempre dentro de un contexto particular. El niño surge como co-constructor, desde el comienzo de su vida, de su conocimiento, cultura y de su identidad. El niño es entendido y reconocido como un miembro activo de la sociedad. Carlina Rinaldi, pedagogista de Reggio Emilia, comenta: “Uno de los puntos fundamentales de la filosofía de Reggio es la imagen de un niño que experimenta el mundo, que se siente parte de él desde el momento de nacer, lleno de curiosidad y de ganas de vivir… Un niño que está lleno del deseo y la habilidad de comunicarse desde el inicio de su vida, completamente capaz de crear mapas para la orientación personal, social, cognitiva, afectiva y simbólica. Por todo esto, el niño reacciona a un sistema competente de habilidades, aprendiendo las estrategias y las maneras de organizar las relaciones”.

En esta imagen, el aprendizaje es una actividad cooperativa y comunicativa, en la cual, los niños son agentes activos que construyen el conocimiento, el compromiso y crean significados del mundo, en conjunto con los adultos y de igual importancia, con otros niños. Los padres con esta imagen buscan escuelas que proporcionan foros donde niños y adultos se reúnan para construir juntos, conocimiento y cultura, que toman en cuenta sus emociones y curiosidades en ambientes ricos en posibilidades que garantizan su bienestar.  

Conclusión

Hay muchas posibles imágenes, algunas de las cuales se enfocan en lo que el niño es o tiene, pero los otros, desgraciadamente, se enfocan en lo que el niño no es o no tiene, lo que él no es capaz de hacer. Algunas imágenes se centran más en las necesidades del niño antes que en su poder y capacidad. Se centran en lo que los niños no pueden ser ni hacer antes de lo que el niño puede ser o hacer.

Así que la pregunta permanece: ¿Cuál es tu imagen del niño?...

Referencias:

Rinaldi, C. (1999) The image of the child and the child’s environment as a fundamental principle of the infant-toddler centers of Reggio Emilia. En “Innovations in Early Education: The International Reggio Exchange” Vol. 7, No. 1

Dahlberg, G., Moss, P., and Pence, A. (1999) Beyond Quality in Early Childhood Education and Care: Postmodernist Perspectives, London: Falmer Press.